En los últimos años, la persecución a cristianos en América Latina ha alcanzado niveles alarmantes. La combinación de gobiernos de izquierda y organizaciones criminales ha puesto a las comunidades cristianas en el punto de mira. Los gobiernos, lejos de proteger la libertad religiosa, están aprobando leyes restrictivas y arrestando a líderes religiosos.
El panorama es desolador en países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde los gobiernos comunistas y socialistas reprimen cualquier voz disidente. En México, los cárteles de la droga no dudan en eliminar a sacerdotes que denuncian sus actividades, mientras que Colombia figura entre los lugares más peligrosos del mundo para ser cristiano.
La situación en Cuba es particularmente grave. La Ley de Comunicaciones Sociales de 2023 prohíbe críticas al gobierno, lo que ha llevado a un aumento en el acoso y arresto de sacerdotes. En Nicaragua, el régimen de Ortega ha atacado iglesias y restringido las actividades religiosas, mientras que en Venezuela, la crisis económica ha dejado a las iglesias sin recursos para operar.
Este panorama sombrío plantea una pregunta crucial: ¿quién defenderá la libertad religiosa en América Latina? Mientras los gobiernos de izquierda y los criminales continúan su ofensiva, las comunidades cristianas están cada vez más solas y vulnerables.